¿La ANECA acredita y la Universidad se cualifica?
Unos de los temas más populares en este y otros blog de economistas
académicos son precisamente los profesores universitarios y la universidad en general. Anteriormente hemos hablado sobre temas como la reforma de los grados universitarios o los sexenios. La reciente modificación de lo criterios para la acreditación del profesorado titular y catedrático merece también captar nuestra atención.
Podríamos interpretar el sistema de acreditación del profesorado como
un vestigio nuestra tradición de derecho civil según el cual un
entidad pública (la ANECA) certifica la idoneidad de un candidato a
profesor universitario. Para ello utiliza una serie de criterios,
informes de evolución y comités que examinan la información aportada por
el candidato a profesor. Es un hito importante en la carrera académica
de cualquier profesor ya que la acreditación es la vía de acceso y promoción más habitual en la universidad española.
En los países anglosajones de derecho común no existe un accésit
burocrático y la contratación se realiza de una manera parecida a la del
sector privado conocido como tenure track. Se contrata un
profesor de manera temporal tras una entrevista (normalmente impartiendo
una clase o seminario). Pasado un tiempo (cinco años de media), una
comisión académica determina si ha alcanzado el nivel necesario para
incorporarse al claustro (normalmente por la calidad de las
publicaciones). Este sistema sería el ideal si no fuera porque la
realidad de nuestra universidad no es la ideal (como han puesto de
manifiesto los recientes casos de plagio y endogamia). La acreditación de la ANECA es un primer filtro calidad ineficiente pero necesario. El día que no necesitemos la ANECA será una buena noticia, como se apunta aquí.
El nuevo sistema incluye novedades que van, a mi entender, en buena dirección.
Sin embargo, si analizamos los incentivos que proporciona a los
candidatos, plantea algunas dudas sobre si contribuirá a mejorar la
calidad y competitividad universidad en un plazo razonable. La cuestión
es, ¿qué universidad conformarán los doctorandos que se acrediten dentro 5 ó 10 años?
El sistema de acreditación es hoy por hoy un garante importante de la calidad
de la enseñanza superior. Además del diseño institucional y recursos,
calidad del profesorado determina en buena medida la calidad de la
enseñanza e investigación. El diseño del sistema de acceso y selección
del profesorado influirá profundamente en la universidad. Por el lado
positivo, los nuevos criterios priman el margen intensivo frente al
extensivo. Se acabó la acumulación de micro-méritos, se reduce la burocracia y se premian méritos con mayúsculas.
Todo ello aumentado en algunos puntos la transparencia publicando
explícitamente los criterios. En nuestro ámbito (la Economía) una
catedrático notable debe publicar 12 JCR con la siguiente distribución: 8
publicaciones de Nivel 1 (JCR (Q1 o Q2) o SJR (Q1)) y 4 de Nivel 2 (JCR
(Q3) o SJR (Q2)). Un titular excelente debe publicar “seis artículos en
revistas indexadas en el Q1 JCR, o bien cuatro en el D1 del Journal
Citation Reports (JCR).”
A continuación describe una serie de “Méritos complementarios”, de
los que hay que aportar al menos cinco. (Ahora ya podemos escoger entre
cuatro, cinco y seis). El documento detalla 14 méritos agrupados en
áreas: Calidad y difusión, Calidad y número de proyectos competitivos,
Movilidad y Otros méritos de investigación. El primer mérito
complementario es “Publicación de artículos en revistas del JCR
o Scimago Journal Rank (SJR) del primer decil de acuerdo con
el índice de impacto o Eigenfactor score (de 1 a 3 meritos)”
Cómo ya ocurrió con los sexenios la ANECA acaba con el monopolio JCR (como ya dijimos aquí),
incluyendo el índice SCOPUS. En este índice la inflación de revistas y
categorías es mucho mayor que en JCR. Por ejemplo, en Business 1369
revistas y 306 Q1 y Economics 881 y 217 Q1. Es decir, en el índice SJR
hay casi tantas Q1 como el total de revistas en JCR. Además, incluye
muchas más categorías.
Como nota al margen, parece previsible que los criterios de los sexenios
se alineen con los de la acreditación en el futuro. Para obtener un
sexenio “basta” con que “cinco aportaciones sean artículos
publicados en revistas que ocupen posiciones relevantes” en JCR o
SCOPUS. Podría darse el caso que un profesor con varios tramos de
investigación reconocidos fuera calificado como mediocre (“B” o “C”) en
la acreditación de su actividad investigadora.
Conviene también resaltar que la normativa añade al conocido factor
de impacto (basado en el número de citas) el Eigenfactor (número de
vistas). El Eigenfactor suele premiar a journals potentes, generalistas y muy leídos por toda la comunidad científica, como Nature
que es el primero de la lista. El factor de impacto criba de entre los
lectores cuantos piensas que es la contribución es relevante.
Sin embargo, hay tres aspectos de la reforma que plantean ciertos interrogantes.
En primer lugar, el sistema permite la acreditación a CVs con un
déficit de investigación. En el anterior sistema era necesario obtener
una puntuación mínima en cada apartado (investigación, docencia y
gestión) para obtener la acreditación correspondiente. Por ejemplo un
titular necesitaba 50 puntos en investigación según un baremo de
publicaciones, proyectos etc. Quien no llegaba a un mínimo de 50 puntos
no obtenía la acreditación, independientemente de la puntuación en las
otras áreas.
Por el contrario, el nuevo sistema de acreditación establece una
escala cualitativa ordinal para medir las áreas desempeño académico
(investigación, docencia, transferencia, experiencia profesional y
gestión académica): A excelente; B notable; C déficit compensable y D
insuficiente. Obteniendo dos notables en investigación y docencia se
obtiene la acreditación en las dos figuras (titular y catedrático). La
ANECA solo ha publicado aquellos criterios habilitantes (por ejemplo una
A en titular que habilita a Catedrático a aquellos que sean titulares o
una B en cátedra), por lo que no podemos saber con exactitud que se
considera un déficit compensable en investigación. Pero nos podemos
hacer una idea al estar la C por debajo del nivel de exigencia del
notable. A diferencia del anterior sistema, el modelo vigente permite compensar la mediocridad investigadora con una excelencia profesional o en gestión.
El segundo problema es el sesgo disciplinar que introduce la normativa al considerar cualquier área incluida en listado JCR. Si publicar es de por sí complicado, en economía todavía más por las razones que ya apuntamos aquí.
Pero incluso dentro de las ciencias económicas, la heterogeneidad en
las distintas disciplinas es considerable. Ya no tanto por la mayor
complejidad de unas frente a otras (que también), sino por el distinta
oferta de revistas Q1 según áreas. Por ejemplo, si publicamos en
Business (120 revistas en total y 30 Q1), Economics (334 y 86 Q1),
Business & Finance (94 y 23 Q1), Management (280 y 70 Q1). Por
establecer una línea divisoria: Economía tiene 86 Q1 frente a 123 Q1 de
Empresa. Además, las revistas con con una doble indexación que
“importan” citas de otras disciplinas subiendo el factor de impacto. Con
lo cual, el sistema marca unos incentivos claros para publicar (o
intentarlo al menos) áreas limítrofes con más oferta de Q1. Estoy
convencido que tenemos mucho que aportar y aprender de otras
disciplinas. Lo que no tengo tan claro es si se tuvo en cuenta los
efectos en la composición de la investigación universitaria.
La tercera cuestión es el proteccionismo académico que se destila del sistema de acceso al cuerpo de catedráticos. La normativa impone
una barrera de entrada difícil de entender al exigir unos criterios
distintos para los titulares funcionarios y para el resto.
Mientras que el insider le basta con dos Bs, el outsider debe obtener
previamente una A en investigación en la acreditación a titular (6xQ1).
Sin embargo, esta barrera tampoco parece ser una gran preocupación
para las mejores universidades (públicas y privadas). Por ejemplo, las
tres grandes escuelas de negocios de nuestro país se sitúan al margen de este sistema y apuestan directamente por contratar en el job market con un tenure track. En
Catalunya, muchos departamentos iniciaron una apuesta similar con los
fondos del ICREA y del GSE Research Endowment. Otras, como Deusto,
Comillas y Ramon Llull apuestan por sistemas alternativos parecidos a
los de Georgetown, Fordham y Boston College, con quien han han forjado un Campus de Excelencia Internacional.
Para la reflexión: Si llegara a haber un premio Nobel en Economía de nuestro país, ¿dónde creen se habría formado? Y en el caso más improbable que impartiera docencia en España ¿dónde lo haría?