15 jul 2014

Job-market signalling: Cuando el título no es suficiente

http://blogaldeaglobal.com/2014/07/15/job-market-signalling-cuando-el-titulo-no-es-suficiente/
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Ilustración: Carlos Sánchez Aranda / Texto: Jordi Paniagua
autonomias paro estudios
¿Qué podemos hacer para conseguir un empleo? En mi opinión, es de las pocas preguntas a las que los economistas debemos una respuesta a la sociedad (aunque sea tímida), ya que sin empleo no hay paraíso.
Según la teoría del job-market signalling acuñada por el premio Nobel Michael Spence (1973), deberíamos acumular títulos académicos para aumentar la probabilidad de conseguir un empleo. Según Spence, las personas con más formación obtendrán mejores trabajos y obtendrán una renta mayor. Deberíamos por tanto observar a nivel agregado una menor tasa de paro en los sectores de población con mayor formación, como se aprecia en el siguiente gráfico. Por tanto, parece lógico dedicar recursos (tanto públicos como privados) en todo aquello que permite incrementar el capital humano del país en su conjunto (formación, estudios, experiencia, idiomas).
España en su conjunto tiene una tasa de paro sangrante, pero  disminuye con el nivel de formación de la población. Mientras que la tasa de paro supera el 50% para aquellos que no saben ni leer y escribir, apenas llega al 5% para los que han superado el doctorado. (Espero que este gráfico anime a los estudiantes a seguir estudiando).
paro por estudios
Una de las premisas interesantes del job-signalling sugiere que un título académico envía una señal al mercado con independencia de los conocimientos adquiridos. No obstante se observa una relación positiva entre conocimientos (que se traducirán en mejores o peores títulos) y nivel de renta. La tasa de licenciados es bastante homogénea en todas las CCAA, por lo que parece como si la señal de formación no se trasladara al mercado laboral. Si el título universitario es una commodity, la señal la envían los conocimientos.
En una situación como esta, parece que un título no es suficiente garantía para encontrar trabajo. La relación señal (título)- ruido (porcentaje de paro) en las regiones con una tasa de paro es demasiado homogénea y débil. Por tanto es necesario acumular conocimientos, (habilidades y capacidades competitivas en el lenguaje de Bolonia) que nos sirvan para rompen la barrera de la señalización de Spence (más en línea con Romer 1990). Por tanto, las regiones con mayor capital humano (por ejemplo mayores conocimientos en pruebas objetivas) deberían tener un nivel de renta superior al resto, tal como se puede observar en el siguiente gráfico:
rentavspisa
Observamos claramente como la renta de las CCAA es mayor para las regiones con unos mayores conocimientos (medidos por la puntuación del test Pisa). Aquellas regiones donde hay más capital humano tienen una mayor renta y menor desempleo.
El siguiente gráfico muestro el paro por CCAA (agrupado por si equivalencia con el paro por nivel de estudios). Puede observarse como aquellas CCAA con menor renta y capital humano son también las que mayores tasas de paro presentan (con algunas excepciones). Los habitantes de Andalucía, Canarias, Castilla La Mancha y Extremadura se enfrentan a una tasa de paro similar a la de un chaval de 12 años. Es descorazonador observar en nuestra pared “Juan Carlos I (o Felipe VI), rey de España y en su nombre el rector magnífico….” y enfrentarse a una tasa de más del 40%. Es como tirar una moneda trucada al aire, simplemente terrible.
tasa de paro por CCAA
Una posible solución sería transferir renta y recursos a las regiones con menor capital humano (es decir, con peor puntuación en Pisa). Habría que partir del supuesto que la relación capital humano-renta es doblemente causal. En otras palabras, podríamos aumentar nuestros conocimientos a base de talonario y “comprar” la reducción del paro. Es decir, que aquellas regiones que han conseguido acumular más renta habrán invertido en mejores escuelas y tendrán más capital humano, como en siguiente gráfico invertido:
pisavs renta
Tengo la costumbre de preguntar las cosas que no entiendo (mi abuelo decía que el pregunta es tonto una vez, pero el que no pregunta es tonto siempre). Quizá algún alumno recordará con cariño estas gráficas de su examen de econometría del curso que acaba de terminar. La pregunta era muy sencilla: ¿cuál de los dos modelos (Pisa->Renta o Renta->Pisa) te parece más adecuado? Razona la respuesta.
La mayoría de los alumnos se inclinaron por el modelo Renta->Pisa, con argumentos sólidos como que tan solo mediante una acumulación de renta previa se pueden abrir escuelas y formar capital humano. Pero me sorprendió en el razonamiento de un alumno que escogió el primero modelo. Si bien es cierto que la renta permite aumentar el capital humano, esta relación no siempre se cumple. Hay países con una renta muy elevada (por ejemplo productos de petróleo) pero con un gran déficit de capital humano. La mitad de los graduados en Arabia Saudí reciben su licenciatura en teología, por lo que tienen que importar todo lo demás. En cambio, difícilmente encontraremos ejemplos de países con una formación excepcional con una renta desproporcionadamente baja.
Ahora bien, las implicaciones que se desprenden para nuestro país son preocupantes. Por mucho que se transfieran rentas del norte al sur (y este uno de los orígenes de las tensiones territoriales que sufrimos), difícilmente se reducirá el desempleo si no se aumentan las capacidades laborales objetivas (por ejemplo, idiomas, informática y habilidades cuantitativas).

Anselmo Carretero
jul 15, 2014 @ 11:58:11 Editar
Yo también me pregunto con frecuencia, y es aplicable de una u otra manera a todos los niveles de formación, ¿dónde vamos tan deprisa?, ¿no podríamos ir un poco más despacio, trabajar con medida, sobre todo en la duración de las jornadas laborales?.
Reconozco que las respuestas a estas preguntas no son fáciles, pues, aunque la situación de cada persona es diferente, tanto si dependes de otros como si dependes de tí mismo, si no estás dispuesto a “entregarte” el propio sistema (que, en definitiva, son otras personas), tenderá a expulsarte del mercado laboral o a dejarte en una situación residual.
Por otra parte, en el mejor de los casos, lo anterior supondría ganar menos, lo que implica renuncias (mesura en los gastos), lo que tampoco es fácil, por uno mismo y por los que dependen de uno. La realidad es que hace 30 años muchas familias eran felices con un coche y sin teléfono, y ahora…; ciertamente hemos mejorado en muchísimas cosas (sanidad, educación, comunicaciones…), pero ¿estamos corriendo en la buena dirección?.
Gracias por su comentario, Anselmo. Aunque el post no hacía referencia a la felicidad, es en efecto un tema interesante que está recibiendo atención por parte de los economistas académicos. Glaeser, Gottlieb y Ziv (2014) explican que existe un trade-off entre felicidad y renta per cápita. Es decir que dejamos de ser tan felices para tener acceso a mayor oportunidades económicas (y mejor infraestructuras, hospitales, educación etc.). Puede que explique en parte lo que Ud. comenta.
saludos

7 jul 2014

Cómo conseguir que la inversión extranjera regrese a Valencia

http://www.valenciaplaza.com/ver/135068/-como-conseguir-que-la-inversion-extranjera-regrese-a-valencia-.html

VALENCIA. Tras más de tres años desde la supresión del organismo autonómico dedicado a la atracción de inversión foránea (VCI), el Consell ha decido volver a interesarse por la inversión extranjera. Es una buena noticia. No podemos más que alegrarnos por el renovado interés de la Generalitat por una actividad económica que crea empleo, aumenta la competitividad de las empresas locales y genera valor para la economía receptora.
La inversión extranjera es uno de mis temas favoritos y desde mi primera colaboración en Valencia Plaza, he escrito sobre la inversión extranjera (y particularmente en Valencia) en siete ocasiones más: (aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y por último aquí). En los ratos libres entre clase y clase me dedico a investigar sobre la inversión extranjera y algo he publicado al respecto (aquí, aquí, aquí y en prensa aquí).
Me ha sorprendido lo que he podido leer al respecto en la prensa valenciana: "Mejorar el conocimiento de idiomas, reducir el coste energético, dar facilidades burocráticas, una armonización fiscal o flexibilidad laboral son factores claves para que la Comunitat Valenciana pueda atraer y aumentar su inversión extranjera".
Puede que me pierda en la traducción, ya que estoy en plena desconexión durante unos meses, pero el Consell (exceptuando quizá los idiomas) no tiene ninguna competencia en lo que se apunta como factores claves para la atraer inversión a Valencia. No me gustaría pensar que fueran, como en otras ocasiones, una declaración de buenas intenciones sobre las que se pueden descargar fácilmente responsabilidades si luego los inversores deciden mirar hacia otras latitudes.
Causa además asombro el segundo punto (reducir el coste energético), precisamente un tema sobre el cual me han invitado a investigar en la Cátedra de Sostenibilidad Energética de la UB. Una intervención en el mercado energético para favorecer a un determinado grupo, además de ser ilegal, causa una fuerte distorsión del mercado (por ejemplo en la crisis del petróleo de los años 70). Por tanto, no ayuda precisamente a atraer  la inversión extranjera.
Las medidas ad hoc para atraer empresas foráneas (véase caso de Las Vegas Sands), suelen tener un efecto contrario al su objetivo. Primero, fomentan un clima de incertidumbre, ya que nos fácilmente reversibles en el devenir político. Segundo, crean perjuicios a los competidores locales que no disfrutan de esas medidas. Sirva como precedente el caso Ciudad de la Luz, donde el Consell debe recuperar todas las ayudas concedidas en contra de la libre competencia.
Suelen ser personas muy preparadas las que dirigen empresas multinacionales en otros países. No van de compras en al extranjero siguiendo las campañas las marketing de las distintas regiones. Los planes, páginas web, subvenciones o discursos quedan bien, pero las multinacionales buscan oportunidades de negocio.
Es cierto que vendrán a Valencia (o no) por una serie de motivos asociados con el territorio. Pero los principales determinantes son internos de la propia empresa y se resumen en las ventajas competitivas que encuentran para producir o comercializar sus productos en el extranjero. Los condicionantes locales juegan un papel relevante, sobre todo para determinar los costes de transacciones relacionados con la inversión.
Más allá del interés taxonómico o académico, la capacidad de influencia en las decisiones empresariales (habitualmente inconexas) que tiene una Administración autonómica (o nacional) es limitada y se reduce a asegurar unas reglas del juego claras, predecibles y transparentes.
La teoría y las evidencias empíricas en materia de inversión extranjera sugieren que el principal factor externo que atrae la inversión es el crecimiento del PIB. El principal escollo son los costes de transacción (distancia, estabilidad institucional y demás costes de hacer negocios). Como poco podemos hacer en cuanto a la distancia y la economía de nuestros vecinos, la política más sensata para atraer inversión extranjera es fomentar el crecimiento económico en la Comunidad Valenciana.
Sin unas expectativas de negocio claras (por ejemplo, consumidores dispuestos a comprar productos foráneos), poco se podrá hacer para atraer la inversión extranjera. Si a ello añadimos alguna mejora en temas recurrentes que nos benefician a todos como la rapidez de la justicia, la educación o la corrupción -temas en los que sí tiene competencia el Consell- previsiblemente crecerá la inversión (extranjera y también la valenciana).
Por tanto, si el Consell considera ahora que es buen momento para ocuparse de la inversión extranjera podría simplemente hacer bien el trabajo que tiene encomendado: preocuparse por el crecimiento económico y bienestar de sus ciudadanos. Si además quiere favorecer aún más la transparencia, podría empezar por aclarar ciertas cuestiones relacionadas con su propia agenda en materia de inversión extranjera:
Primero, explicar la estrategia y actuaciones en esta materia desde que se decidió prescindir de un organismo propio de atracción de inversiones en 2010. (Por cierto, el primer organismo público en suprimirse a causa de los recortes fue precisamente el competente en el inversión extranjera, VCI). Podrían a su vez comparar el modelo actual con el de una agencia dedicada (como en Cataluña o Madrid) para evaluar la efectividad de su decisión.
Segundo, cotejar la información para el inversor que suministra actualmente la propia Generalitat en las páginas dedicada a la inversión en Valencia tanto del Ivace como del ICEX (que por cierto son idénticas). Ya apuntamos aquí hace más de un año las estrambóticas sinrazones para invertir en Valencia como el "el nuevo de Castellón" o que "El transporte transoceánico desde Valencia se puede efectuar por mar o por el eje Madrid-Lisboa" (sin comentarios).
Tercero, analizar en profundidad y asépticamente las razones por las cuales la inversión extranjera languidece y esquiva la Comunidad Valenciana. Como puede apreciarse en el gráfico que ofrece el Ministerio de Economía, el espectacular crecimiento de la inversión en el 2013 ha sido de apenas 67 millones de euros, dejando como anécdota el crecimiento anunciado del 72%.
Si además se contextualizan los 166 millones de euros de Valencia con los 8.635 y 3.511 millones, de Madrid y Cataluña respectivamente, podremos entender que no es inversión extranjera todo lo que reluce. Si escrutamos un poco más en los datos descubrimos que la mayor parte de la inversión extranjera se traduce en búsqueda de gangas inmobiliarias. Es decir, aquella que ni crea empleo cualificado, ni aumenta la competitividad ni genera valor añadido a la economía, más bien al contrario.

Por último, podemos pensar en algunos pequeños cambios con los que relanzar la inversión extranjera con coste relativamente bajo. Por ejemplo, traducir al inglés las licitaciones públicas, fomentado la participación de empresas foráneas que aumenten la competencia y reduzcan los precios. Con ello, se incentivaría que las empresas extranjeras presten sus servicios a la administración autonómica y local.
Abrir las incubadoras de empresas al capital extranjero, incentivar la creación de empresas de capital mixto, fomentar la relación universidad-multinacional, incorporar a profesores extranjeros a las aulas en igualdad de condiciones, abrir la competencia en sectores vedados como el audiovisual o la agricultura, serían otras acciones que permitirían que la economía valenciana vibre eficientemente.
Reducirían costes en la Administración y aumentarían la competitividad de nuestra economía. Aunque intuyo que todas estas medidas no están alineadas con las de los rent seekers (o confiscadores de rentas públicas) habituales de nuestra geografía, sí que nos invitarían a pensar que el Consell se vuelve a tomar en serio la inversión extranjera (y la economía).

3 comentarios

Jordi Paniagua escribió
17/07/2014 10:51 Gracias por los amables comentarios. El comercio internacional es en efecto muy importante, de hecho gran parte de las empresas extranjeras exportan sus productos (por ejemplo la Ford). Hay bastante literatura al respecto. En cuanto al inglés, los resultados empíricos sugieren que utilizar la misma lengua que el inversor (aunque no sea la ofical del país), incrementa tanto el comercio como la inversión.
Rafael Navarro Lava escribió
11/07/2014 16:30 Hola Jordi: Es un gran articulo, solo quería comentarte un par de cosas. La clave pienso que esta en el comercio internacional, de hecho ando metido en varios proyectos con Reino Unido y Cuba para traer a España y por supuesto, a Valencia, inversores y empresas...y vía contraria, de aquí a allá. Seria interesante tener proyectos en forma de licitaciones internacionales para ello en España y en Valencia también. Un saludo.
marc escribió
10/07/2014 18:31 excelente artículo, Jordi. Crees que si los valencianos habláramos mejor el inglés, eso abriría puertas a inversores extranjeros? crees que es un tema clave? gracias