26 nov 2012

La paga extra: ¿Solidaridad o caradura?

La paga extra: ¿Solidaridad o caradura?

JORDI PANIAGUA SORIANO. 26/11/2012
 
VALENCIA. No es porque crea en la caridad agustina (que también), pero no entiendo el razonamiento de querer recortar solidaridad interterritorial por las decisiones en política económica. Tampoco se deberían reclamar entonces ayudas y rescates de alemanes y holandeses. De hecho, los alemanes tampoco lo entienden. El economista Jürgen Donges repitió hace poco en Valencia que: "No quiero dejar a mis nietos una deuda acumulada (...) porque a los españoles no les ha dado la gana ahorrar".
Una decisión de la Junta de Extremadura ha vuelto a poner encima de la mesa el debate de la financiación y solidaridad autonómica. Los funcionarios extremeños serán los únicos funcionarios españoles que recibirán estas navidades la paga extra. La pregunta abierta en twitter era: ¿tiene sentido que Extremadura utilice las transferencias que recibe del resto de España para que sus funcionarios cobren más que los demás?
Observando las diferencias en PIB/cápita, el sistema de financiación parece injusto para los que pagan. En cuanto al PIB per cápita, Extremadura sería Grecia, Valencia Puerto Rico y Cataluña, Macao (no lo digamos demasiado alto por si Adelson vuelve reclamando otro Eurovegas). El problema de este análisis es que ni Extremadura, ni Valencia, ni Cataluña son países, al menos de momento. Los servicios y administración compartidos hacen muy complicada una comparación en términos relativos de PIB per cápita.
Las transferencias, a diferencia de los impuestos, son finalistas. Es decir, lo que todos (menos vascos y navarros con su particular ticket) transferimos a los extremeños y andaluces sólo se puede utilizar para servicios como la sanidad y la educación. Con ello, se pretende que converjan, tanto en renta como en política económica, con el resto de España. El margen para revelar sus preferencias (en este caso con políticas expansionistas sobre la demanda agregada) es muy limitado y deben recurrir a otras fórmulas. Recientemente el tribunal constitucional ha avalado la tasa extremeña a la banca (240 millones), con lo que disponen de un ingreso extra que utilizarán en lo que consideren oportuno, como la paga extra.
En todo caso, la "caradura" de la Junta de Extremadura debería imputarse sólo a su gestión, no al sistema de las transferencias. Con un sistema menos redistributivo tampoco se eliminaría ni la injusticia ni el despilfarro. Doblando la financiación, se podrían haber construido dos aeropuertos en Castellón. Cada Administración decide asignar expost los recursos de la manera más eficiente (o ineficiente) en función de la financiación que recibe exante. De momento, el único criterio de control es el cumplimiento del 1,5% del déficit. Si dentro de este margen presupuestario la junta de Extremadura decide pagar a sus funcionarios, allá ellos con sus electores.
Las transferencias, como los impuestos, se suelen pagan con dolor y a menos que sean quiméricamente neutrales conllevan su dosis de injusticia. Sólo pagamos impuestos con una sonrisa jugando a la lotería. Puede que un bingo autonómico suscitara menos animadversión que nuestro actual sistema de financiación. De hecho, el Estado ya ha empezado por organizar una rifa para pagar los desperfectos del terremoto de Lorca. Podemos imaginar cualquier otro sistema de financiación, pero a menos que deseemos que se instale la troika en la Atenas del valle del Jerte, caminaremos todos por la senda de la dependencia autonómica.

JAM escribió
26/11/2012 17:23 El tema es mucho más profundo que la paga extra de los funcionarios. Está en juego la supervivencia de muchos autónomos y del pequeño comercio, que lo van a agradecer más. La medida fue una metedura de los tuercebotas de la casta política parasitaria. http://tendenciasdelmundocontemporaneo.blogspot.com.es/2012/11/a-estas-alturas-nadie-le-ha-de-extranar.html

 

19 nov 2012

La importància de ser Ernest (Lluch)

La importància de ser Ernest (Lluch)

Enest Lluch en una imatge de 'Twitxr Roger Casero'JORDI PANIAGUA SORIANO. 19/11/2012
 
A la seua fundació descriuen a Ernest Lluch com "un intel·lectual valorat, un polític respectat i un comunicador enormement popular, quan l'assassinaren el 21 de novembre del 2000. Investigador, escriptor, professor, parlamentari, ministre, rector d'Universitat, articulista, tertulià... tot això fou Ernest Lluch, i per tot això se'l recorda, se'l reconeix i estima".
VALENCIA. Quan Oscar Wilde va titular la seua ultima obra de teatre The Importance of Being Earnest no va pensar en que li hi traduirien el títol a més de 20 idiomes. L'escriptor anglès fa un joc de paraules homòfones en anglès: earnest (seriós) i el nom propi Ernest, el nom del germà fictici del protagonista. La millor és La importancia de ser Frank o simplement, seguint la moda actual de les pel·lícules, deixar el títol original en anglès i prou.
En canvi, la traducció castellana La importancia de llamarse Ernesto no captura l'esperit de l'original; és confusa fins i tot per entendre la trama i els diàlegs. El títol mateix és rellevant ja que l'autor ens deixa entendre de manera subtil i satírica el valor que li dona a la serietat i a l'honestedat envers del doble joc que impregna la trama.
Pot ser que amb l'error de la traducció no arribàrem a entendre massa la importància de ser seriós i continuem tots plegats fent-nos 'la puta i la Romeneta'. Però encara sense saber idiomes, no tenim excusa per no recordar la importància de l'Ernest Lluc i dels valors i idees que defensà fins a la seua mort fa ara dotze anys.
Malauradament no podem conèixer la opinió del profesor Lluch. Només ens queda la seua memòria, els seus més de 2.000 articles i l'important treball científic dels seus deixebles. Alguns dels que foren els més brillants alumnes dels alumnes d'en Lluch acaben de crear un think-tank anomenat 'Wilson', en homenatge al 28è president nord-americà.
Woodrow Wilson fou un dels impulsors del tractat de Versalles i pensava que la pau al continent europeu passava per dividir els imperis estimbats el 1918 en petites nacions que no tindrien l'empenta suficient per repetir una altra gran guerra. Una de les dites preferides d'en Lluch era del president francès Mitterrand, "M'estime tant a Alemanya que en vull dues". Sota el nom del polític americà que defensava l'atomització d'Europa, la diàspora catalana a l'Ivy Leage mostra els diferents escrits, idees i models econòmics sobre l'encaix o des-encaix de Catalunya a Espanya i a Europa.
L'equidistància mètrica que gaudim a València de Madrid i Barcelona, a voltes ens fa veure les coses amb la perspectiva suficient per adonar-nos de que no es veu per enlloc un contrapunt dels Wilson. No hi ha un col·lectiu inspirat en l'esperit d'Adenauer (o inclús Tarradellas), que defense l'espanyolisme integrador i moderat que imaginava Lluch amb la mateixa força mediàtica, rigor econòmic i presència internacional.
Més enllà del rebombori radiotelevisiu emocional de Madrid, amb l'excepció d'algun ciutadà de Catalunya emigrat a Edimburg, hi ha un buit a l'ambient intel·lectual a favor de l'Espanya que coneixem ara. L'Ernest ens va ensenyar a treballar amb cura i a respectar les opinions, però amb un pensament crític i honest. Imagine que no sols estaria en contra de les fronteres sinó que ens incitaria a buscar millors raons per estar-ne en contra. També crec que, allà on estiga, s'alegrarà de que puguem discutir des d'una vessant acadèmica, pacífica i respectuosa.
 
fulanito escribió
19/11/2012 13:06 contrapuntos de la vida! hemos pasado de la ironía sobre la película "Hoy es martes, esto es Bélgica" a "Son las 12 esto es Cataluña" (mi particular homenaje al Sr. Ernest Lluch)
 

12 nov 2012

Doping electoral: ¿Cuántos Armstrong hay en política?

Doping electoral: ¿Cuántos Armstrong hay en política?

VALENCIA. Sobre el asfalto, Lance Armstrong fue el mejor ciclista de su generación. No quiere esto decir que fuera un ciclista épico ni el mejor ciclista de todos los tiempos. Pero ganó dando pedales a todos los que se le pusieron a rueda. Encima del sillín, como en la vida, se miden las victorias por las talla de los rivales. Armstrong tuvo la suerte para él y desgracia para sus contendientes, de no tener que lidiar con hombres de la talla de Hinault, Ocaña o Merckx, sino con Beloki o Ullrich, que no pasarán precisamente a la posteridad por sus hazañas deportivas. La desposesión de sus títulos no desmerece su mérito como ciclista en ruta.
Si analizamos el caso de Armstrong desde una perspectiva económica llegaremos a la misma conclusión. Hay herramientas de análisis económico que nos permiten llegar a comprender mejor la situación del deporte y particularmente del ciclismo. El caso Armstrong se puede explicar mediante la teoría de juegos estrategia, como el conocido dilema del prisionero. Al fin y al cabo, los deportes no son más que un juego.
La estrategia dominante para un ciclista de su época era doparse. Se enfrenan ante el mismo dilema que dos prisioneros cómplices de un delito incomunicados en una celda. Aunque la estrategia colaborativa es la más beneficiosa para ambos, ambos acaban delatándose para evitar un mal mayor. Arriesgarse a no doparse cuando se tiene la sospecha que todos los demás se dopan no resulta la estrategia óptima. Además, al igual que en devaluación monetaria, si todos toman las mismas sustancias el resultado viene a ser el mismo que si nadie las toma. Si nadie se hubiera dopado, Lance hubiera resultado ganador igualmente.
Sorprende que los casos de dopaje se concentren fundamentalmente en ciclismo y atletismo mientras que futbolistas, tenistas o chóferes tengan un expediente inmaculado. Ellos tampoco se escapan al dilema de Nash y Keynes. Como aseguraba el Dr. Fuentes, si dijera lo que sé, adiós al Mundial y a la Eurocopa". Incluso acabó reclamando un premio Nobel a la investigación médica.
La principal diferencia entre el ciclismo y los demás deportes en cuanto al dopaje no estriba en la dificultad física. Cualquier sustancia que mejore algún aspecto del rendimiento, como la atención o concentración, puede ser considerada como dopante. La distinción se encuentra una vez más en el mercado. En la Liga, la ATP o la NBA, son sistemas comparativamente más cerrados que la UCI. En las pruebas de ciclismo internacionales concurren diferentes organizaciones y federaciones de distintas naciones con intereses contrapuestos.
En cambio, los Alonso, Mesi, Nadal y compañía juegan en circuitos cerrados alquilados a un mismo dueño con unas reglas que favorecen colaboración. Los implicados en el juego del futbol (o de la Fórmula Uno, MotoGP...) son un club bastante cerrado y homogéneo en los que prosperan estrategias de colaboración. Por lo tanto existe un doble equilibrio de Nash que favorece que los controles en este tipo de espectáculos sean más laxos que en el ciclismo o atletismo. En cualquier caso, el resultado último de las pruebas, como nos enseña Keynes, es indiferente: el mejor continuará ganando en ambas estrategias.
Detengámonos a pensar que sucedería si se aplicara el mismo protocolo contra el dopaje en el ciclismo en otros deportes, o incluso en otras profesiones. El ciclista tiene la obligación de informar sobre su ubicación física los 365 días al año (que se lo pregunten a Rasmussen, que perdió un tour por engañar a su mujer) y disponer de un pasaporte biológico que controle sus biorritmos habituales, además de numerosos controles tanto dentro como fuera de la competición.
El deportista se juega en todo caso su buen nombre y el de la marca comercial que representa. Los representantes públicos se juegan mucho más (nuestro dinero e intereses) y se someten a un control mucho menor que cualquier ciclista aficionado. Sin embargo, los políticos se enfrentan a un juego similar al del ciclista: utilizan un doping electoral que consiste en prometer más que el adversario a sabiendas de que no se cumplirán sus promesas. Tampoco parece sensato que no se controle el uso de sustancias que minoren su capacidad de raciocinio cuando elaboran leyes y disposiciones que no afectan a todos.
Imaginemos un sistema en el que los políticos dispusieran de un pasaporte intelectual que controlara cambios de opinión o promesas incumplidas. Que se hicieran detallados informes de sus palabras dentro y fuera de la campaña electoral para contrastarlos con las acciones posteriores de gobierno u oposición. Que tuvieran que informar al parlamento sobre sus quehaceres todos los días del año. Que permitieran a la policía científica entrar en su casa a las cuatro de la madrugada para tomar muestras de sangre.
Los políticos que dieran "positivo" se les despojaría de todos su cargos y tendrían la obligación de devolver (con intereses) su sueldo íntegro. Si todos lo que tiran la primera piedra contra Lance y el ciclismo se sometieran a un escrutinio tan escrupuloso de su actividad profesional, pública y privada, ¿cuántos Armstrongs más habría?

1 comentario

Gero escribió
13/11/2012 10:11 Muy interesante el artículo del doping político y económico. Existe doping político en la dedocracia, y económico cuando más de la mitad de los bonos soberanos son adquiridos por los bancos centrales o, en caso europeo, privados. Igual que quitar sustancias al dopado reduce el rendimiento, ¿qué pasaría si los bancos centrales y privados dejaran de comprar bonos soberanos, máxime cuando los bancos centrales además son fabricantes de la moneda?