22 jun 2011

La inversión extranjera nos mira de reojo

La inversión extranjera nos mira de reojo

http://www.valenciaplaza.com/ver/28324/La-inversi%C3%B3n-extranjera-nos-mira-de-reojo.html
JORDI PANIAGUA SORIANO.
22/06/2011 "La inversión extranjera en Valencia ha descendido un 19%. Los 14 millones recibidos en este periodo nos dejan en 12º lugar y lejos de los 309 millones invertidos en Cataluña, 118 en Galicia o 97 en Castilla León..."

VALENCIA. El Ministerio de Industria acaba de publicar los datos coyunturales sobre la inversión extranjera en el primer trimestre del 2011, cuyo volumen asciende a 6.800 millones de euros, un 183% más que en el primer trimestre del 2010. Sin embargo, la mayor parte de esta inversión se centra en Madrid, en una única operación en el sector de la telefonía móvil. Tras descontar esta operación por el "efecto sede", la inversión ha aumentado un 17% con respecto al primer trimestre del 2010. Aunque estos datos representan un oasis en marasmo de cifras económicas, no podemos esperar una recuperación económica exógena. La inversión extranjera ayudará sin duda a la recuperación, pero su volumen dependerá de las condiciones internas de nuestra economía.

La Comunitat Valenciana, junto a Andalucía, Aragón, La Rioja y Asturias, se queda fuera de este incremento generalizado. La inversión en Valencia ha descendido en un 19%. Los 14 millones de euros recibidos en este periodo nos dejan en 12º lugar y lejos de los 309 millones invertidos en Cataluña, 118 en Galicia o 97 en Castilla León.

Sin embargo, la novedad es la publicación por primera vez de nuevas medidas acerca de la inversión extranjera en España. Hasta ahora, el empleo generado y los resultados económicos de las empresas extranjeras en España se encontraban soterrados en algún oscuro lugar del ministerio. Es una buena noticia para los economistas presentes en las XII Jornadas de Economía Internacional, celebradas hace una semana.

Sin pena ni gloria mediática, durante tres días Castellón ha sido el epicentro del análisis de la inversión y comercio internacional. Nuevos datos frescos servirán para afianzar la comprensión de estos fenómenos económicos. Sin embrago, su contenido no representa tan buena noticia para la economía española.

En tres años, desde 2007 a 2009, las multinacionales presentes en España, han reducido sus resultados en 5.900 millones de euros y su cifra de negocios en 59.000 millones, un 16%. En tan solo un año, 2009, se ha destruido un 10% del empleo, aproximadamente 138.000 a nivel estatal. Esta reducción en el empleo de las multinacionales ha sido especialmente acentuada en Cantabria, Murcia y Extremadura, donde se han destruido un 28%, 31% y 39% respectivamente. Aunque a nivel absoluto son Cataluña, con 36.000 empleos menos y Madrid, con 29.000, donde más puestos de trabajo se han eliminado.

Valencia ocupa un nada meritorio tercer puesto con 17.000 parados más, con una reducción del 20%. Aun así, la inversión extranjera emplea a 83.500 personas en la Comunitat. Podríamos pensar que tampoco es un dato relevante, ya que estos trabajadores representan menos de un 5% total y 4% de los desempleados, con una tasa de desempleo ligeramente menor a la general en el mismo periodo, un 23%. Sin embargo, las empresas que se internacionalizan son más productivas y los puestos que crean añaden más valor a la economía de acogida. Por ahora, la mayor reducción se ha dado en recursos humanos y en actividades administrativas de oficina. En un primer aviso, las empresas extranjeras se han quedado en los huesos, pero reteniendo de momento puestos de más cualificación, como ingenieros u operarios.

Ambos datos de inversión y empleo, como síntoma de la apatía económica general, confirman que la inversión extranjera languidece en Valencia. Es un tren que no podemos perder. No solo por lo que representan las multinacionales en volumen de inversión y empleo. El riesgo no es tanto la reducción de la inversión o puestos de trabajo existente, como dejar de atraer inversión nueva y perder oportunidades de proyectos novedosos que inyecten vitalidad y nuevas ideas. A falta de otras iniciativas, esperemos que la anunciada inversión de Ford en Almussafes sirva como revulsivo y tenga un efecto llamada sobre otras empresas foráneas.
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(*) Jordi Paniagua Soriano es profesor de Ecometría en la Universidad Católica de Valencia

1 comentario

Alejandro escribió
22/06/2011 11:13

.... Esperemos! Por que, en mi opinión, el empleo lo crearán los jóvenes emprendedores y la inversión extranjera.

13 jun 2011

Una delgada línea entre la universidad, la empresa y la Administración

http://www.valenciaplaza.com/ver/27366/-Una-delgada-l%C3%ADnea-entre-la-universidad--la-empresa-y-la-Administraci%C3%B3n.html

Una delgada línea entre la universidad, la empresa y la Administración

JORDI PANIAGUA (*). 08/06/2011 "En algún departamento de los 1.003 centros de las 75 universidades españolas han conseguido ya el ansiado anhelo de quedarse sin alumnos. Demos la bienvenida a la nueva burbuja, tras la inmobiliaria y la futbolística..."

VALENCIA. He estado vinculado de diversas formas, como estudiante, investigador y profesor, a cuatro universidades españolas y una alemana. Lo expreso porque voy a hablar de la universidad y las críticas a la universidad provenientes de ámbito no universitario generalmente no se aceptan. También he trabajado para tres empresas privadas y una pública. Lo digo porque normalmente las opiniones de la comunidad universitaria sobre sí misma se suelen desconocer o despreciar por parte de la empresa y de la Administración.

Con estas premisas, se deduce que la universidad, empresa y Administración no se entienden. Para el recuerdo quedan frustradas conselleries (aquí y más al norte) que fusionaban la enseñanza superior y la empresa. Mientras que los empresarios trabajan con sofisticados instrumentos financieros: swaps, líneas de crédito, descuentos, la universidad está en la economía del trueque: patentes, citas y artículos. La Administración vive en la economía del sufragio con presupuestos, votos y escaños. La palabra resultados tiene para cada uno significados totalmente distintos. Es difícil, pero no imposible, entenderse cuando dos personas hablan un idioma distinto.

El profesorado tampoco obtiene los resultados esperados, ya que se le mide por méritos en la investigación y no por el resultado académico y laboral de sus estudiantes. Por lo tanto, el empresario no vislumbra los resultados inmediatos de su inversión en materia gris y paga menos para compensar el coste de aprendizaje. Como consecuencia, el Gobierno no obtiene el resultado social esperado: sufraga unos costes que no se traducen en mejores sueldos y mayor recaudación.

La incomprensión mutua entre empresa-universidad-administración, sin dejar de ser relevante, no es más que un síntoma de otros problemas estructurales. Como estudiante, tuve a veces la impresión de ser una molestia. Me imaginaba a muchos profesores pensando "qué maravillosa sería la universidad sin los alumnos", como si el estudiante sobrara. En algún departamento de los 1.003 centros de las 75 universidades españolas han conseguido ya el ansiado anhelo de quedarse sin alumnos. Demos la bienvenida a la nueva burbuja, tras la inmobiliaria y la futbolística.

Por otra parte, como empleado tenía la sensación de ser un lastre durante los primeros días de trabajo. Me imaginaba al jefe pensado "muchos títulos, pero de la vida real ni idea". Es queja común entre los empresarios que los universitarios desconocen totalmente el funcionamiento de la empresa y que les han de volver a enseñar todo para poder realizar su labor. En este caso, se olvida el empleador del principal aporte de la universidad a la sociedad: enseñar a aprender. Salvando algunas excepciones, como Ford, sería inviable que cada empresa tuviera un centro educativo asociado. Más allá de los conocimientos específicos, el graduado demuestra con su título una capacidad de asimilación de cantidad conceptos complejos en un tiempo limitado. Lo que le predispone a poder desempeñar cualquier tarea con un mínimo de aprendizaje específico.
El alumno no sólo se encuentra desplazado en la atención docente y en la inmersión laboral, también está alejado como contribuyente. Como nada es gratis, la formación en la universidad pública la pagamos entre todos, como un bien común. Esta inversión social se ve amenazada por el déficit de los gobiernos y la sobredimensión del sistema universitario (o subdimensión del sistema laboral).

También por una eternización de los estudios, debido a planes de estudios desfasados, bajas perspectivas laborales y las nulas consecuencias económicas, positivas o negativas, del rendimiento académico. No es de extrañar la incomprensión de la administración, que además "paga i no mana".
El graduado es el nexo de unión entre la universidad, la empresa y la Administración. Aunque no se lleguen a entender nunca del todo, deberían buscar un equilibrio que evitase que el antiguo estudiante y futuro empleado-contribuyente se desplace al exilio exterior, al extranjero, o al interior, la sobrecualificación.

Mientras el alumno no sea el vínculo de unión, el desencuentro entre el mundo laboral, el universitario y el administrativo irá en aumento. Recuperar la centralidad en torno al estudiante significa no solo preocuparse por su desarrollo académico, sino dotarle de habilidades y responsabilidades que le faciliten el acceso al mundo laboral. No solo de las competencias que suelen citarse como el inglés o el trabajo en grupo, también de un compromiso académico, responsabilidad financiera y autonomía laboral.
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(*) Jordi Paniagua Soriano es profesor de Econometría de la UCV

Ilustración: Carlos Sánchez Aranda.