28 jul 2011

¿Qué fue de Valencian Community Investments?

¿Qué fue de
Valencian Community Investments?

JORDI PANIAGUA SORIANO (*). 28/07/2011 "El re-renovado Consell cuenta con instrumentos para relanzar la inversión extranjera junto al comercio internacional, que son los factores comunes de la recuperación. Otra cuestión distinta es si cuenta además con la determinación y el presupuesto necesario..."

http://www.valenciaplaza.com/ver/30251/-Qu%C3%A9-fue-de---Valencian-Community-Investments-.html

VALENCIA. La inversión extranjera ha sido la hermana pobre de la internacionalización. Es lógico que los gobiernos presten más atención a la exportación y a la implantación de empresas locales en el exterior. La competencia de fuera generalmente asusta Es inevitable que la empresa extranjera compita por mercado con la local. Pero también buscarán socios y proveedores locales, aumentando la competitividad de las compañías valencianas, con más posibilidades de buscar negocios en el extranjero. Tampoco son desdeñables los puestos de trabajo que la inversión extranjera crea en Valencia.

Para fomentar la inversión extranjera, el Gobierno de España y la Generalitat crearon organismos dedicados exclusivamente a este fin. Desde finales del 2004 hasta principios del 2011, la Comunitat Valenciana contó con un organismo propio para atraer inversiones: Valencian Community Investments. Fruto de la espartiflación (o la mal llamada crisis) y de la obsesión por el déficit, en julio de 2010 el Consell decidió amortizarlo, con una anunciada fusión con el IVEX. La mencionada fusión nunca se produjo y VCI se liquidó con un ERE.

Transcurrido un año, tenemos la perspectiva necesaria para observar si la desaparición de VCI se ha traducido en una mejora para la economía valenciana. O al menos para las arcas y presupuesto de la Generalitat, descontados finiquitos y subsidios de desempleo.

Los datos coyunturales de la inversión extranjera en Valencia, con una caída del 19% en el último trimestre y relegados al puesto duodécimo, son difícilmente atribuibles a la existencia o no de un organismo concreto. Pero su gestión, más allá de consideraciones políticas, se puede traducir en cifras que miden su impacto en nuestra economía.

Las funciones de VCI eran asesorar a las multinacionales en su inversión y promocionar la Comunitat como destino para la inversión extranjera. En los seis años de vida de VCI, un total de 211 empresas foráneas invirtieron en la Comunitat, generando una inversión de más de 21.000 millones de euros y 35.000 puestos de trabajo. Durante el mismo periodo, 191 empresas contactaron con VCI para interesarse por nuestra región, con una inversión estimada de 12.000 millones de euros y 12.000 puestos de trabajo.

En cuanto a la promoción, VCI estuvo presente en 219 actos de promoción y proyección de la Comunitat a nivel nacional e internacional. Su página web, ahora extinta, con más de 30.000 visitas mensuales era una ventana de conocimiento sobre la inversión extranjera en Valencia. Recogía información relevante para el inversor y contaba con un sistema de inversión on-line, facilitando también la búsqueda de proveedores locales. Contaba con más de 2.000 usuarios registrados, que recibían puntualmente noticias, oportunidades y tendencias de la inversión extranjera.

El conocimiento es una de las claves de la economía internacional, ya surgen tantas fórmulas y combinaciones de comercio e inversión internacional como empresas. La internacionalización de las empresas valencianas no solo se puede realizar exclusivamente hacia fuera, también hacia dentro, ya que comercio e inversión están íntimamente interrelacionados. Un entorno con competencia internacional favorece la exportación de bienes de las empresas locales.

No se trata solo de la implantación de multinacionales, también de pymes extranjeras, que como las nuestras, sufren claustrofobia en su mercado local. Asimismo las corporaciones valencianas, buscan socios extranjeros para sobrevivir aquí y expandirse fuera.

Aunque el sprint empresarial supera el lento paso de la Administración, el re-renovado Consell cuenta con instrumentos para relanzar la inversión extranjera junto al comercio internacional, que son los factores comunes de la recuperación. Otra cuestión distinta es si cuenta además con la determinación y el presupuesto necesario.
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Jordi Paniagua Soriano es ingeniero de telecomunicaciones y economista, profesor de la UCV.

4 comentarios

Indignadísimo escribió
01/08/2011 13:49

Igualmente desconocido Alejandro: Me impresiona que no recuerde que en pura ciencia lógico-jurídica no es posible demostrar lo que ”no” se ha hecho, sino únicamente lo que se ha hecho. La "probatio diabolica" o inquisitorial de los clásicos. La carga de la prueba corresponde a quien ha de probar la existencia de algo, en este caso la captación de inversiones extranjeras gracias a la actividad de VCI. Todos sabemos que una de las asignaturas pendientes de las administraciones españolas es el control de la eficacia de sus medidas e inversiones, pero en todo caso le ayudarán a formar una opinión los siguientes datos: Respecto a los que se ha hecho, pese al ligero control, últimamente sólo formal, que realiza la Sindicatura de cuentas, le recomiendo que lea sus informes de fiscalización. http://www.sindicom.gva.es/web/wdweb.nsf/menu/informes y, en todo caso, las cuentas anuales, que dada su escasísimo volumen de negocio son fáciles . En cuanto al contenido de la desaparecida web de VCI, afortunadamente contamos con la posibilidad de recuperarla : http://wayback.archive.org/web/ Insisto en que la «carga de la prueba» corresponde a quien ha de probar la captación de inversiones extranjeras gracias a la actividad de VCI. He de confesar que me sorprendería que la Sociedad Anónima pudiera probar su eficacia ahora que ha desaparecido, y que no lo pudiera hacer cuando su propia existencia estaba en discusión, pero le aseguro que si ello fuera posible, no dudaría en rectificar mi comentario, que no mi experiencias o las de profesionales de mi entorno, que son las que he descrito.

Alejandro escribió
30/07/2011 11:49

INDIGNADISIMO, su comentario es un brillante ejercicio de demagogia en la sombra. Dé la cara y aporte datos como el Sr. Paniagua.

Indignadísimo escribió
29/07/2011 12:47

Comprendo que el Sr. Paniagua defienda al chiringuito que le ha dado de comer tantos años, pero no me gusta que describa una realidad que solo existe en su intención hagiográfica. VCI, que era una sociedad pública, fue creada exclusivamente para pagar los favores que el Sr. Zaplana le debía a su director el Sr. Antonio Lis. Se la desgajó del IVEX, y nunca se coordinó con nadie. Nunca se seleccionó a su personal conforme a los criterios de igualdad, mérito y capacidad, y por ello los perfiles personales y profesionales eran “peculiares”. La falta de conocimiento y dedicación de sus directivos y la mayoría de su personal durante toda su (demasiado larga) existencia fue el “hazme-llorar” de las Administraciones y las organizaciones empresariales. De hecho era la única Administración que concitaba unanimidad en todos los que la trataban: nadie sabía a qué se dedicaba, salvo a gastar en imagen y publicidad. Recuerdo incluso cuando publicitaron en su patética e inexacta web la apertura de un Mc Donalds como gran éxito. Su desaparición es una decisión acertada, aunque tardía, del Gobierno valenciano. Ahora falta que se exijan responsabilidades por el mal uso de los fondos públicos, y la incompetencia profesional.

Alejandro escribió
28/07/2011 09:29

Muy bueno! Hasta que el consumo interno mejore, el empleo lo generarán los emprendedores locales y la inversión extranjera. A mi, como inversor extranjero que fui, me hubiera gustado encontrarme con las herramientas que tenían los clientes de VCI

5 jul 2011

Grandes, medianos y pequeños eventos

Grandes, medianos y pequeños eventos

JORDI PANIAGUA SORIANO (*). 05/07/2011 "Como en la Galia de Asterix, hay una pequeña inversión irreductible que incluso ha puesto de acuerdo a gobierno y oposición locales: los grandes eventos. Se ha generado un amplio consenso: los grandes eventos han de ser rentables..."

http://www.valenciaplaza.com/ver/29017/Grandes--medianos-y-peque%C3%B1os-eventos.html

VALENCIA. "Si no somos dueños de la frescura del aire, ni del reflejo del agua, ¿cómo podréis comprarlos?", se preguntaba extrañado el Jefe Seattle ante la petición de compra de sus tierras por parte del Gran Jefe Blanco de Washington. Hoy traduciríamos sus palabras asegurando que no todas las inversiones públicas son necesariamente rentables. Con la cultura, el deporte popular, incluso con la sanidad, no se obtienen beneficios directos, pero elegimos llevarlas a cabo a pesar de ello. Es el criterio de la rentabilidad el que califica la inversión pública y la hace merecedora o no de discusión y batalla política.

Como en la Galia de Asterix, hay una pequeña inversión irreductible que incluso ha puesto de acuerdo a gobierno y oposición locales: los grandes eventos. Se ha generado un amplio consenso: los grandes eventos han de ser rentables. La discusión estriba, dejando de lado gustos personales, en si son rentables o no. Tanto promotores como detractores se esfuerzan en demostrar que se recupera la inversión en un caso y que se despilfarra en otro.

La oposición argumenta, atendiendo a un criterio de caja (cuesta tanto y vendo tantas entradas), que no salen las cuentas. El Consell aduce que estos acontecimientos generan un impacto económico que supera con creces la inversión realizada. Sin embargo, ambos razonamientos son en esencia el mismo, en uno se busca la rentabilidad a corto plazo y en el otro a largo plazo.

Quedan por tanto fuera los argumentos culturales, ya que por el camino de la estricta rentabilidad tampoco deberían celebrarse, atendiendo a las cuotas provinciales, las Fallas ni las hogueras de San Juan, ni la Magdalena. Tampoco los museos, exposiciones o conciertos de ópera. Tampoco se alude al interés general, ya que los coches, los caballos y el tenis no son fútbol, donde curiosamente sí se ponen todos de acuerdo. Queda patente en su discrepancia que ambas bancadas también se ponen de acuerdo en la naturaleza de estos eventos. No se busca transmitir unos valores o unas emociones (ni cultura ni deporte), son una inversión. Más o menos rentable, pero una inversión.

Merece, ya que en algo se ponen de acuerdo los políticos, que analicemos estos eventos bajo el prisma inversor: un sacrificio presente para obtener unas ganancias futuras. El dinero de los contribuyentes se destina a organizar eventos con un horizonte de recuperación de lo invertido. Parte a corto plazo con la venta de entradas, y parte a largo, mediante un aumento de la recaudación por impuestos, propiciado por el aumento en la actividad económica que generan. Si la rentabilidad obtenida es mayor a la de un depósito bancario, todos contentos. Un criterio claro y relativamente sencillo de calcular. Sin embargo, surgen contradicciones al aplicar la misma regla a otras inversiones menos mediáticas.

Todos se apuntaron al plan-E y al plan Confianza sin calcular las repercusiones económicas de tener las aceras más lustrosas de Europa o construir polideportivos y piscinas que difícilmente se mantienen solos. Y ahora todos de vuelta hacia la austeridad, sin prever el efecto sobre la mermada demanda interna. Los administradores y fiscalizadores de nuestro dinero podrían aplicar el mismo rigor que emplean en los grandes eventos también en los medianos y pequeños. La alternativa, ya la veía venir el Jefe Seattle: "Nosotros meditaremos vuestra oferta de comprar nuestra tierra, pues sabemos que si no aceptamos vendrá seguramente el hombre blanco con armas y nos expulsará".
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(*) Jordi Paniagua es profesor de Econometría en la Universidad Católica de Valencia